viernes, 10 de abril de 2009

Niños soldados


Quien me puede decir para que hacemos guerra tan estupidamente, siempre las hay por las ganas que tienen los paíes por tener petroleo, oro, o cualquier cosa apetecible por cualquier otro.

Hemos visto en la historia, que toda guerra ha traido beneficios, pero para quienes, ay gente que muere en ellas, personas inocentes que no tuvieron culpa de estar en ellas.


Utilizamos ha otros para que hagan lo que queremos, como un circulo vicioso, llegando a utilizar a los niños como armas.




En africa, hay muchos que mueren de hambre y niños que mueren en batallas como soldados. En la última década, los corresponsales más veteranos en África han comprobado la disminución dramática en la edad de muchos soldados. En algunos casos, han podido ver a niños que no superaban los siete años de edad y que servían en ejércitos o para “señores de la guerra”. Se calcula que en el mundo hay hoy unos 300.000 niños soldado. Una buena parte de ellos luchan y mueren en las decenas de guerras abiertas y olvidadas de África, ésas que no aparecen, siquiera, en un pequeño breve de una página escondida de los diarios occidentales. También en guerras como la de la República Democrática del Congo, que ha sido calificada como la “primera guerra mundial africana”, pero que hace tiempo que perdió “morbo” informativo.




El futuro de estos niños depende de la ruptura de un círculo vicioso: en África se hacen las guerras para controlar las riquezas que a su vez financian los conflictos. Riquezas que se invierten básicamente en armas.




tras la caída del muro de Berlín, la llamada comunidad internacional tiene hoy menos capacidad de influir en algunos de los conflictos. Los “señores de la guerra” han encontrado sus propias fuentes de financiación en el suelo que pisan y el mercado internacional de materias primas y armas ayuda a prolongar estos conflictos. Detrás de movimientos con siglas que siempre incluyen palabras grandilocuentes como liberación, democrático, nacional o de defensa de un grupo étnico sólo existen intereses económicos de dominio de territorios grandes o pequeños, ricos en minerales o maderas preciosas, o de control de un simple puente sobre el que cobrar peaje a la ayuda humanitaria. Estos grupos, como es el caso de todos los que han luchado en la última década en la República Democrática del Congo, llevan a cabo gravísimas violaciones de los derechos humanos y del Derecho Internacional Humanitario con total impunidad. Ya no les preocupa lo que la opinión pública internacional pueda pensar de ellos; sus fuentes de financiación no dependen de ella, sino de sus materias primas.


Sin un tratado internacional estricto que controle el comercio de las armas y de las materias primas, estos conflictos seguirán apareciendo en un lugar u otro de África, y los niños seguirán reemplazando a los soldados adultos muertos.

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