domingo, 7 de junio de 2009

Mi salvadora

Estaba seguro de que era un sueño. Las razones de esa certeza casi absoluta eran, en primer lugar, que permanecía de pie recibiendo de lleno un brillante rayo de sol, la clase de sol intenso y cegador que nunca brillaba en mi actual hogar, Cherse, donde siempre llovizna; y en segundo lugar, se encontraba la mujer de mis más íntimos y excitantes sueños. Siempre que aparecía, le preguntaba quien era, pero siempre me decía lo mismo.
-Mi nombre es Cassandra y es lo único que necesitas saber.- Me respondía siempre con esa gracia, su rostro era tan bello como siempre; la piel era tan suave y tersa y con una mata de cabello castaño y rizado.
Susurro unas palabras, que no alcance a entender.
Y nuestros labios se acercaron. Sabia exactamente como se movería, y como se sentirían sus labios. Creí que solo pretendía posar suavemente sus labios sobre los míos, pero las cosas cambiaron cuando nuestra piel entro en contacto. De súbito, su boca se torno dura y ruda y sus manos suaves presionaron mas mi rostro contra el suyo, al mismo tiempo que sus labios movían los míos con ansiedad desconocida. Dándonos un beso delicado, pero a la vez ardiente, entrando por mis labios y fluyendo hasta mi corazón como una ráfaga de llamas. Pero de repente, desapareció, y esa pisca de llamas ardientes cesando hasta extinguirse.
Me quede parado y preguntándome... ¿Donde se fue? ¿Por que siempre desaparece? ¿Acaso aquella diosa puede existir en el mundo real? Pero de repente, apareció otra mujer, que nunca había visto en mi vida, ni había soñado. De la misma estatura, que Cassandra, pero ella era rubia y con unos ojos verdes azulados.

-Si quieres saber la verdad, te voy a estar esperando- me dijo, con una mirada seductora, y como arte de magia apareció mi princesa.
-Déjalo, el es mío y solo mío- respondió con tono amenazante.
-Acaso, no le has dicho la verdad o tienes miedo que te odie por lo que eres-
-Ni se te ocurra, lo amo y jamás lo pondría en un peligro como este-
Yo quede pasmado, por aquellas palabras que jamás espere que dijera, mi princesa. Pero me preguntaba que era aquel secreto del que hablaban ellas dos.
-Tu sabes Cassandra, si Marcel se entera de lo que haces, te puede...
-Si lo se, y ya hice una elección, le voy a decir la verdad-
-No me importan tus actos, pero hazlo rápido- y me miro, con un odio y se fue.
No sabia, que estaba pasando, tenia muchas dudas, ¿Cual era el secreto? ¿Por que la otra mujer me miro de esa forma? ¿En que clase de peligro, estaba?

-Es hora que despiertes, te deje un regalo y espera, muy pronto nos vamos a conocer-

Abrí mis parpados, al sentir los rayos de luz que emanaban del exterior, ya había amanecido. Pensé, otro día y otro sueño más que nunca se va a volver realidad. Al levantarme, encontré una nota en el mueble, pero quien me pondría una nota. Instantáneamente pensé en las palabras que me dijo Cassandra, sobre nuestro encuentro y el regalo que me iba a dejar. Supuse que de este regalo estaba hablando. Mi curiosidad hizo que abriera la nota.

Buenos días amor, hoy es el día en el que nos vamos a conocer, tu sueño y el mío se ha hecho realidad, nos vemos en el parque Arco di Constantino, ve bien abrigado, por que hace mucho frió. Te amo.

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